Es la hora de la comida. Se respira un ambiente triste. Emilia y su madre están amargadas. La abuela trata de animar la comida. La hermana menor de Emilia no soporta la tristeza que envide a su hermana y a su madre y se levanta.
--¡esto es insoportable¡ ¡¡me estoy ahogando, voy a convertirme en una amargada¡
La abuela la regaña.
--Adriana, niña, ten paciencia.
--¡Esto parece un convento¡ ¡yo no soy como mi mamá y la santurrona de Emilia¡ ¡¡yo no aguanto esto¡
Emilia y la madre están metidas en sus pensamientos y no hace caso. La abuela se acerca a Adriana al ver que la chica tiene intención de salir.
--¿dónde vas? ¿tienes novio?
--¡qué te importa¡
La anciana trata de retener a su nieta pero Adriana la trata de muy malos modos y se acaba yendo. Doña Cecilia, preocupada, se dirige a su hija.
--ay hija, la niña anda en malos pasos. ¿Quién le hará esos regalos tan caros? ¿te has fijado en la pulsera? ¡es buena¡
Elisa no hace caso a su madre, está ausente pero Emilia sí defiende a su hermana.
--es una baratija, yaya. No seas desconfiada. Adriana es incapaz de hacer algo indebido.
Pero la anciana no está nada convencida.
Al cabo de un rato, Adriana está en los lavabos de una cafetería. Se ha citado con Luis. Ambos fornican como bestias en el baño de caballeros. Es un polvo muy rápido que a Luis lo llena de satisfacción y a Adriana la relaja. La chica se arregla la ropa. No le importa que haya otros hombres que la miran como si fuera una cualquiera. Luis sale abrochándose los pantalones. Se sube la cremallera con orgullo. Le gusta la mirada de envidia del tipo que está en el urinario. Se siente orgulloso de despertar ese deseo en las mujeres. Luis se reúne con Adriana que ha vuelto a la mesa. Está agarrando su bolso.
--ya te vas?
--¿es que quieres algo más?
Los dos se miran con complicidad y Luis sonríe.
--Me gusta cómo eres, ojalá hubiera más chicas como tú –dice él contento.
Adriana da un beso a Luis. Le gusta mucho el chico pero aspira a algo más. Le gusta para divertirse, la pasan bien juntos. Adriana agarra su monedero pero Luis la para con la mano.
--No, claro que no.
Luis se muestra coqueto.
--yo te invito.
--No esperaba menos de ti –coqueta.
Luis la acaricia de la mano.
--Pero aún no te vayas, es que te tengo que pedir un favor.
--¿otro? –dice ella sentándose.
Se miran pícaros.
--eso no es un favor. Te gusta a ti tampoco como a mi.
Adriana se muestra muy coqueta. Besa a Luis mientras le pone la mano en el muslo, muy cerca del paquete para provocarle.
--es cierto, me encanta estar contigo.
Luis la mira con orgullo.
--Nos la pasamos bien juntos y por eso sé que te puedo pedir este favor. Sé que para digamos, agradecer lo bien que te la pasas conmigo –él hace una pausa por si ella tiene algo que decir, ella le guiña el ojo y él responde con orgullo—me puedas hacer este favor.
--si dime, claro –dice tomando un poco del café de él.
A Luis le da un poco de vergüenza lo que le va a decir pero tiene a Adriana por una chica liberal y espera que no se lo tome a mal.
--es que necesito que te acuestes con mi hermano.
A Adriana le encanta el sexo y nunca le dice no a un chico guapo pero la respuesta le ha tomado de improviso. Escupe el café que tomaba.
--es que es virgen?
--No, pero sólo lo hizo una vez.
--es tu hermano pequeño?
--en realidad es mayor…
--un tonto, no?
--oye no --se queja defendiéndolo-- es que es muy tímido.
Adriana se levanta.
--Yo no pienso acostarme con un chico que necesita que su hermano le busque amantes.
--él no debe saberlo.
--Yo no pienso acostarme con él. Seguro que es feo.
--es igual a mi.
--pero tonto.
--sólo necesita que lo ayudes.
--busca a otra.
--algo así sólo puedes hacerlo tú.
--¿qué te has creído que soy? ¿una golfa?
Luis no lo dice pero es lo que piensa. Adriana se hace la ofendida.
--mira tengo prisa…
Luis insiste.
--piensa en mi propuesta. Te la pasarás bien.
--Lo dudo.
--enséñale, es casi virgen. Puede ser un reto para ti.
Adriana mira el reloj. No le puede decir no a Luis.
--ahora me tengo que ir, luego hablamos. No sé puedes venir un día con él y lo hago con los dos a la vez. Almenos que me divierta contigo.
Luis sonríe pícaro.
--sí, claro. Será muy bueno para ti.
Adriana no se va muy convencida. Luis se ha quedado contento. Adriana entra en un bar cercano. Ha quedado con alguien. Mira la pulsera de oro que lleva puesta. Sus ojos brillan de ambición.
--¿qué me traerá ese viejo hoy?
Se deslumbra mirando el brillo de la pulsera.
--Nunca había disfrutado tanto del sexo y eso que el viejo es un inútil. No me hace ni cosquillas.
Se ríe pero el hombre no tarde en llegar. Es un señor sesentón de impresionantes ojos azules como Luis. Adriana se le tira encima. Al hombre le encanta que lo vean con una chica que puede ser su hija.
Carlos llega a su casa.
--¿mamá?¿qué haces?
La mujer está mirando una foto del amante de Adriana. Eso molesta a Carlos.
--¡Ese hombre ya no forma parte de nuestras vidas¡
--pero es tu padre –dice con dolor.
--Que Luis haga lo que quiera pero dejó de ser mi padre el día que se fue con esa cualquiera.
--pero ya no están juntos.
--No va a volver.
Eso es algo que amarga a Encarnación pero no permite que su hijo le saque la foto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario