miércoles, 22 de febrero de 2012

Capitulo 19






Luis está en su casa. Aunque tiene que ir a casa de su madre ha querido darse una ducha para relajarse que no se le note tanto la felicidad. Mientras Encarnación trata de obligar a su nuera a tender una trampa a Luis para que no se separe:
--yo no voy a hacer eso. No.¡¡Luis me tiene que amar y sino lo dejo libre¡¡
Encarnación la bofetea y como loca dice:
--¡¡tú harás lo que yo digo. No quiero a esa ramera ni a su madre en mi familia¡¡
Y suegra y cuñado no hacen más que atormentarla. Cuando llega Luis la encuentra llorando.
--pasa algo?
--no me entró algo en el ojo --María de los Ángeles.
--¡¡dile la verdad a tu marido¡¡ --exige Encarnación.
Luis se angustia:
--¿qué verdad?
Y María de los Ángeles no quiere engañar a su marido pide que los dejen a solas y Encarnación tiene que obedecer porque no quiere que Luis sospeche de su trampa. Y ya a solas María de los Ángeles se da cuenta que algo en el interior de su marido ha cambiado, Luis quiere que se vayan para hablar tranquilos y segura que lo va a dejar, María de los Ángeles llorando dice:
--me estoy muriendo. Me quedan 6 meses de vida.
Luis mira a su esposa desconsolado.

Esa noche, María de los Ángeles está dormida. Almenos eso cree él. Luis está a su lado velando el sueño de su esposa. Se nota muy nervioso y además se siente culpable. Con Emilia ha sentido como si volviera a nacer y ahora el pensar que su esposa se está muriendo es un duro golpe para él. Luis necesita tomar un poco de aire y sale al balcón. Entonces María de los Ángeles se incorpora de la cama.
--¿¿que estoy haciendo?¿qué?
Sigilosamente, la mujer sale del cuarto. Por un momento se arrepiente de lo que ha hecho dejándose llevar por el rencor de su suegra y su cuñado. Le da mucha pena ver a su marido llorar en el balcón.
--tenemos que hablar. Tenemos que aclarar las cosas --dice ella para sí.
María de los Ángeles está demasiado segura del amor de su marido y cree poder volver a estabilizar su hogar. Justo cuando se acerca al balcón sin que él se dé cuenta que ella está allá, Luis desahoga su pena:
--¿y ahora qué voy a hacer contigo Emilia?¿qué? ¿qué voy a hacer con todo esto que me hiciste sentir?
Luis está muy aturdido porqué nunca sintió con tanta intensidad:
--fue tan distinto con María de los Ángeles. Con ella fue rutina, el aferrarme a ella porque me sentia hundido. Nunca nadie me amó como Emilia. Su entrega ha sido tan total. Nunca una mujer me ha hecho sentir así pero tengo que dejar escapar esta oportunidad que me daba la vida de vivir de verdad, tengo que estar al lado de María Ángeles lo poco que le quede con vida.
Se hace un silencio. Es algo que casi no se atreve a confesarse:
--ojala me espere.
Y María Ángeles se retira al cuarto destrozada:
--¡¡no me quiere. No me quiere¡¡ ¡¡se va a quedar a mi lado por obligación. Desea que me muera para estar con la otra. La ama a ella¡¡
Siente dolor pero además también siente culpa por su mentira. Se seca las lágrimas y con una gran amargura dice:
--se acabó, yo no voy a tener a mi lado a un hombre que no me quiere. ¡¡No¡¡
Y está decidida a confesar toda la verdad a su marido y dejarlo libre si es lo que él quiere pero cuando llega Luis a la mujer le falta valor y se vuelve a hacer la dormida. Le da la espalda. Luis se sube en la cama y la acaricia muy fraternalmente y creyéndola dormida dice:
--perdóname pero lo que sentí esta tarde con Emilia jamás lo había sentido. Ni contigo ni con otra.
María de los Ángeles llora en silencio. Luis agarra una manta y se va a dormir al sofá dejando a su esposa deshecha. A pesar que sabe que tiene que renunciar a Emilia el gordito se tumba en el sofá acariciando los momentos de felicidad qué ha pasado en brazos de la exgordita. Sonríe ilusionado, sonríe con una mirada pícara:
--¿y si le cuento la verdad a Emilia? Ella me ama y estoy seguro que estará en mi vida como yo quiera.
Y se da cuenta que su idea es que Emilia sea su amante mientras muere su esposa y esta idea que le ha surgido de repente lo hace sentir muy culpable. Se lleva las manos a la cabeza y sin dejar de pensar en Emilia y su momento de pasión dice:
--¡¡¿¿que monstruosidad estoy pensando? eso no es justo para ninguna de las dos. Tengo que renunciar a Emilia. Mañana en cuanto la vea le diré que lo nuestro tiene que quedar como un bonito recuerdo.
Y Luis sufre por tener que separarse de Emilia, sufre pensando en el sufrimiento que le causará a esa mujer:
--me va a odiar. Ahora sí que nunca me va a perdonar.
Luis trata de ser fuerte pero su rostro es la imagen viva del dolor.

Emilia está muy alterada en su antiguo cuarto. Se siente feliz pero además se siente sucia:
--es muy grave mi pecado ¡¡es casado. yo me debo a Dios¡¡
Pero recuerda con una sonrisa los momentos de amor vividos con él. Recuerda cuando lo conoció, cuando lo vio con su hermana, cuando huyó, el día de la boda de él, el reencuentro. Sonríe, llora:
--nunca imaginé que Luis sería mío, mio.
Se lleva las manos a la cabeza y luego se aferra al crucifijo que cuelga de su cuello:
--¡¡Dios mío¡¡ Mi pecado ha sido muy grande.
Y el peso de la culpa se le hace muy pesado:
--tengo que dejar el convento pero ¿¿cómo le hago? si la madre superiora, con todo lo que me ha apoyado, se entera de esto... ¡¡qué pena con ella¡¡

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