miércoles, 22 de febrero de 2012

Capitulo 18




Emilia lo mira llorando:
--¿cómo me dices esto? tú estás casado y yo no te voy a reclamar nada pero no quiero sentirme mal.
Luis se levanta de la cama todo desnudo. Ella no se atreve a mirarlo.
--vístete ¿no? --dice ella con vergüenza.
Él sonríe y la acaricia:
--esto ha sido lo más lindo de mi vida, es una nueva ilusión que quiero vivirlo. No me dejes, si me amas ¿porqué no intentarlo?
--no es tan fácil.
Luis se pone triste y dice:
--claro tú ahora eres bella. Puedes tener a cualquier hombre.
--Yo te amaba y tú nunca te hubieras fijado en una gordita.
--¿y ahora te quieres vengar de mi? –triste.
Emilia lo acaricia con ternura:
--¿crees que soy una cualquiera que me hubiera entregado a un hombre por venganza?
--¿y entonces?
--Reconozco que al principio quise convertirme en una mujer hermosa que cualquier hombre pudiera desear para fastidiarte a ti pero tú te casaste y…
Emilia calla y se hunde en la cama. Luis de rodillas trata de animarla:
--Dame tiempo Emilia. Deja que tú y yo vivamos este amor. A no ser que ahora que eres tú la bella y yo el gordo no quieras nada conmigo.
--yo te quiero a ti.
Y los dos se besan. Y caen de nuevo en la cama abrazados.
--quisiera no tener que moverme de tus brazos nunca.
--soy el primero. Siendo tan hermosa, han pasado tantos años. ¿¡cómo es posible?¡
--en el fondo soñaba que fueras tú.
Los dos se miran fascinados.
--tenemos que hablar ¿quedamos mañana en el mismo sitio?
--si claro --dice ella que está feliz apoyada en el pecho desnudo del gordito.












Él se levanta y ella lo mira con pena:
--¿ahora eres tú el que te vas?
Luis agarra los jeans y mientras se los pone dice:
--me esperan.
--tu esposa --dice ella triste.
Luis se pone de rodillas en la cama. Pone sus manos en las mejillas de ella:
--lo siento. Dame tiempo.
Emilia besa las manos del gran amor de su vida:
--yo también tengo algo que decirte --dice ella con culpa.
--no hay otro hombre.
--claro que no.
Luis quisiera quedarse un rato con Emilia pero sus obligaciones como hombre casado lo llaman. Emilia no le reclama nada. Los dos se visten, se miran con una sonrisa y se van tomados de la mano. Alguien los está siguiendo. Luis acompaña a Emilia un rato, luego mira que nadie lo ve. Quien los sigue se esconde y Emilia y Luis se besan:
--piensa en mi y en este momento que hemos vivido.
--siempre he pensado en ti aunque me estuvieras prohibido.
Luis cree que la mujer dice eso por ser el casado y sin dejar de acariciarla le dice:
--pronto seré un hombre libre y aunque no te prometo nada pero te juro que esto no acaba aquí. Si tú me das una oportunidad.
Y con la voz rota por la emoción ella le dice:
--siempre te amaré.
Y él sonríe y se vuelven a besar. Y luego cada uno se va por su lado sin dejar de mirar atrás. Emilia está derretida por el amor, Luis siente rico aunque no tiene nada en claro. A su pesar el uno se aleja del otro. Y Luis sonríe feliz. Quien los ha visto no es otro que Carlos.
--vaya vaya, hermano. Así que tienes una amante.
Luis se pone nervioso creyendo que su hermano se lo va a reprochar pero Carlos se muestra como el más amigable de los hermanos:
--no si me parece muy bien. Eres macho y esa cualquiera está rebuena. Preséntamela.
Luis se molesta:
--¡¡no la llames así. Esa mujer no es una cualquiera. Es Emilia y yo fui el primer hombre en su vida¡¡
--que se llame Emilia me da igual pero si llegó a ti virgen es porque ha sido tu amante en años.
--claro que no. Recién ayer nos vimos.
Carlos sonríe con cara de degenerado:
--veo, virgen no era pero puta un rato.
--¡Claro que no porqué ella me ama desde el instituto. Sólo que ya no es gorda¡¡
A Carlos se le desencaja el rostro por la sorpresa al pensar en la gorda Emilia:
--¡¡No puede ser ¿¡¡que burla es esta¡¡?
Luis se siente muy orgulloso del amor de Emilia:
--yo la hubiera rechazado por ser gorda y ella se convirtió en una mujer linda por mi y me esperó por años para que yo fuera el primero y se me entregó a mi.
Y Carlos, que sigue lleno de amargura y odio, dice ocultando su rabia con ironía:
--pues con lo gordo que estás. Te debe querer mucho.
--Me ama. Me ama –dice con emoción.
Y Carlos convence a su hermano para tomarse unas cervezas y para sacarle detalles, Luis le habla pero Carlos no le saca cuando es la próxima cita aunque sí que desea separarse para vivir su amor por ella. Luis se va muy contento. Confía ciegamente en su hermano. Cuando se aleja de él, Carlos pone cara de odio:
--no te vas a quedar con esta. Yo estuve a punto de ser el primero en la vida de esa gorda mugrienta y ahora aunque se haya disfrazado de mujer bonita en el fondo debe ser la misma gorda estúpida de antes y será mía. Luis no se volverá a divertir con ella ¡¡no lo hará¡¡

Mientras Carlos lleno de odio piensa en cómo destruir ese romance que acaba de nacer, Luis trata de disimular la felicidad que siente y Emilia entra en un templo. Se arrodilla en el altar:
--dame fuerzas Dios mío para saber lo que tengo que hacer.
Ama y es feliz pero le atormenta:
--¡¡tomé los hábitos¡¡¡ ¡¡nunca debí hacer eso y con un hombre casado¡¡

Carlos llega a su casa. Encarnación lo espera ansiosa:
--has hablado con tu hermano?¡¡ ¡¡¿no está con esa gorda no?¡
--Si, se acostaron juntos.
Encarnación se pone como loca:
--¡¡lo sabía. Lo sabía¡¡ ¡¡maldita gorda. No voy a descansar hasta destruirla¡¡ ¡¡maldita¡¡ ¡¡primero la madre me quiso quitar a MI marido y ahora esa zorra no logrará a mi hijo¡¡
--Pues lo está logrando. Ya no es gorda. Es una mujer muy bonita que le gusta mucho a Luis y desea separarse por ella.
--¡¡Nunca, nunca¡¡
María de los Ángeles llega en ese momento.
--¿que es lo que pasa?¿no llegó mi marido?
Encarnación llena de odio dice:
--¡¡tu marido te va a dejar por otra¡¡
María de los Ángeles se hunde.

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